12 de febrero de 2015

Creciendo contigo

Desde que te cruzaste en mi cerebro te he tenido presente, a veces más a la luz y otras en mi imaginación, que siempre te buscaba por algún rincón de mi cuerpo.
Después también te cruzaste en mi corazón y a partir de ahí en mis cosquillas, en la planta de mis pies para enseñarme a caminar, en mis manos para agarrármelas, en mi pecho para ayudarme a respirar cuando las fuerzas me fallasen. Has llenado hasta mis ojos, esos que siempre nombras como enormes.
Contigo he aprendido cosas que jamás imaginé conseguir, me he superado y me siento ganadora, a tu lado.

Una vez escuché que un beso en la frente no se le da a cualquiera y anoche, cuando tú besaste mi frente y yo la tuya, me enseñaste el significado de esa expresión y, de nuevo, aprendí contigo la magia de las pequeñas cosas. Porque tú eres esa magia.

19 de enero de 2015

Mi casa es dónde estás tú

La bienvenida más cálida siempre es tu espalda, y la más mordaz y la más incitante porque mis manos siempre se tiran al vacío que va desde tu cuello hasta tu coxis. Me siento como un depredador que lucha por su supervivencia y al que le ofrecen un manjar, que aunque así sea, solo puede devorar con ansia para sentirse lleno y en paz. Y acabo en la cueva de tu hueco, en el espacio justo de la almohada, del colchón y la sábana que nos rodea, el espacio que tus brazos crean para proteger mi debilidad. Y así me siento protegida, cuidada, mimada, deseada y me siento encajando en el lugar perfecto.