26 de febrero de 2014

Corazas fuera

Aquella primera vez que me metiste en tu cama supe que desde ahí, solo con mover las pestañas, podríamos dominar el mundo.

Y así ha sido.

Hasta el día de hoy, utilizando distintas armas, nos hemos dado el placer y también el lujo de tomar el tiempo como quién disfruta de un café ardiendo, desparramado en curvas peligrosas y piernas infinitas.

Ha habido guerras, batallas que he perdido y otras en las que incluso te has dejado ganar y sí, me refiero a mirarte apoyada en la almohada, frágil, intacta, nuevecita para mi deleite, ligera, casi flotando...y no he sabido más que acercarme despacio, con miedo a romperte de ganas.

Cual ha sido mi sorpresa que te he encontrado despierta y voraz, com un ejército a cuestas y una estrategia en el ombligo.

Y es cuando te das cuenta de que la vida puede ser eso que se pasa invirtiendo el deseo en minutos, horas y segundos.

Porque nada me llena más que llenarte.

23 de febrero de 2014

Te respiro

Hay momentos que rompen y son para dejarse hacer.
Momentos para dejarse abrazar, a piel descubierta, a contraritmo y con el corazón desacompasado. Inercias que caen por su propio juego, la torpeza de quererse a medias y la irresponsabilidad de las ganas.
Y darme cuenta de que el vacío no se llena si no es en tu habitación, contigo, cosiéndome los brazos a tu espalda.

20 de febrero de 2014

Precipicios

Fuera no llueve hace días, sin embargo, llueve dentro de mí.
Hace gris y frío, hace manta, hace desgana y tirito.
Llueve ácido, me quedo sin ropa.
Moja la piel, vulnerable y sigue lloviendo.
Los labios juegan a ser morados, le siguen las manos, los pies.
Quiero hundir la cabeza en tu ombligo.
Pero llueve dentro mí
...y no llevo paraguas.

5 de febrero de 2014

Leves punzadas

Hay un miedo indomable que se esconde a mis espaldas. Un miedo que desgarra, que no se nota, ni se huele, ni se ve, un miedo que pasa sin avisar y que arrasa por dentro. Los efectos de una bomba atómica llena de dudas e inseguridades. Un miedo psicológico, físico e incluso metafísico, un miedo que hace tiritar, que derriba la casa soplando. Un miedo que me susurra cosas malas al oído, al corazón...un miedo que, lo peor que puede tener, es razón.